Las obligaciones, en gran medida vienen dadas por nuestra necesidad de hacer cosas constantemente. Pensamos que la mejor manera de mostrar al mundo cuanto valemos es haciendo, en lugar de mostrar la clase de persona que realmente somos, entre otras cosas, porque no reconocemos nuestro valor si no es viéndonos reflejados en un resultado externo, y que además, dejamos que sean los demás los que cuantifiquen que grado de valor tiene todo aquello que hacemos.
Es como si buscaramos la aprobación inconsciente de nuestros padres, hijos, amigos, marido, compañeros de trabajo, profesores, jefe y así un sinfín de personas en las que delegamos nuestro poder, cuando esperamos que nos digan que algo lo hacemos bien.
Centramos gran parte de nuestras energias, por no decir la mayor parte de ellas, en el hacer en lugar de centrarnos en el ser. Concretamente en ser esa persona excepcional que ya sabemos que somos, pero que en algún momento de nuestra vida se nos olvidó y de vez en cuando, cada vez en menos ocasiones, sale a flote, pero que al mismo tiempo nos esforzamos por volverla a esconder poniendo encima de ella nuevas obligaciones, y así sucesivamente.
La forma en la que utilizamos el lenguaje describe el modo en el que vivimos las experiencias en nuestro día a día, definen la forma en la que nos dirigimos a nosotros mismos mediante ese diálogo interno del que ya te he hablado en otras ocasiones.
Si eres una persona con sobrecarga de trabajo o de obligaciones en tu vida cotidiana es posible que de vez en cuando digas cosas como «siempre es lo mismo», «soy incapaz», «no puedo con mi vida» ¿forman parte de tu lenguaje habitual estas palabras, te resuenan?
Es posible que también digas frases como «no tengo más remedio que hacerlo», «si no me ocupo yo quien lo va a hacer», «me siento frustrado-a».
Podemos continuar con aquello de « para estar bien tengo que tenerlo todo controlado», «me tengo que esforzar para que todos estén contentos», «todos los dias son iguales».
Y como no «tengo que hacer la comida»,»tengo que ir a comprar», «necesito entregar esto»,»soy incapaz de aprender esto», «necesito hacer dos recados antes de», y podríamos continuar con una lista infinita de frases en las que cada uno pondrá el contexto en el que se mueve en su día a día, la familia, las tareas del hogar, el trabajo, etc.
Nuestras creencias se sustentan sobre ese diálogo interno, y sin saber cómo, vamos creando situaciones simultáneas en nuestra vida para poder seguir manteniéndolas vivas. Aunque ahora, que eres una persona adulta tu sabes y te dices que vales mucho, que te mereces lo mejor o que eres brillante, en tu inconsciente hay un niño que vivió situaciones en las que sintió todo lo contrario y se han quedado congeladas en el tiempo. Es como tener una vocecilla que te susurra al oido y no te deja disfrutar de todo lo que haces.
En contraposición a todo esto me gustaría explicarte lo sencillo que es cambiar la intención de todo lo que haces con unas simples palabras, que repetidas una y otra vez, formarán parte de tu vocabulario habitual y te servirán como un aliciente para hacer todas cosas que ya haces, sólo que la forma de hablarte a ti mismo te permitira disfrutar y al mismo tiempo te permitira establecer una nueva jerarquía de valores en la que serás tú el que cuantifique en lugar de otorgar ese poder a otras personas.
Si te pregunto ¿que pasaría si no hicieras todo eso que tienes que hacer? ó ¿quién dice que tengas que controlarlo todo? ó ¿si fuera el último dia de tu vida todo eso sería importante?
Incluso con esas cosas de las que no te sientes capaz de hacer, te preguntaría, ¿qué o quién te lo impide?
Es posible que las respuestas te hayan sorprendido. Efectivamente eres TÚ y solo TÚ, la que decide lo que haces o dejas de hacer. Eres tú la que ha impuesto que todo eso hay que hacerlo. De hecho si fuera el último día de tu vida no creo que te importara mucho que parte de las tareas están sin hacer. Es posible que eso te permita establecer la nueva jerarquía de prioridades de la que te hablado, seguro que ya te estás dando cuenta de lo que es importante e imprescindible y lo que no.
Te invito a utilizar palabras como VOY A, en lugar de tengo que, date cuenta de como cambia. Cambia la intención y la motivación, incluso si es algo que no te gusta hacer, podrías añadir una coletilla «porque es mi mejor elección en este momento».
Puedes tomar un tiempo cada día para descansar, leer, hacer ejercicio o para culquier cosa que tenga valor para tí, y mientras lo haces repetir internamente «ME LO MEREZCO».
Un habito se crea a base de repetición, así que te sugiero que no dejes de hacerlo, de repetirte cada día estas palabras, hasta que sin saber como, habrá un cambio en tu vida. Incluso es posible que tu ni siquiera te des cuenta de ello, serán los demás los que te digan cuanto has cambiado.
Justo en ese momento, en el que seas consciente de que ya no te importan algunas cosas como antes, en el preciso instante en el que te des cuenta de que puedes disfrutar sin sentirte culpable por estar con tus amigos en lugar de estar prestando atención a tareas que pueden esperar, justo cuando valores todo lo que haces. No olvides que todo el mérito ha sido tuyo, has sido capaz de darle paso a tu SER, a esa persona que has estado escondiendo bajo las obligaciones. Todo el mérito es TUYO.
Como siempre te digo, empieza por darte las gracias por haber dedicado el tiempo a leer este post, incluso si crees que puede ser de utilidad para otros puedes compartirlo. También dale las gracias a tu inconsciente por el nuevo aprendizaje.
Esther Campillo.
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