Desde el paradigma de la Bioneuroemoción, todos los tejidos que forman nuestro aparato locomotor así como todos los problemas derivados de ellos, se corresponden con conflcitos de desvalorización, a la pérdida de autoestima y a la no revalorización de nuestras aptitudes a lo largo de nuestra vida.
Nuestro aparato locomotor nos sirve para desplazarnos, y para dar sentido y dirección a nuestras vidas. Durante el desplazamiento, en cualquiera de los contextos en los que lo hagamos, tendemos de forma inconsciente a la comparación con los demás, si no evaluamos de forma adecuada nuestras posibilidades, podemos caer en un sentimiento de impotencia mientras pensamos que no estamos cumpliendo con las expectativas que nos habíamos planteado. Además pensamos que estamos obligados a obtener unos resultados, con el pensamiento «tengo que ser capaz de..», sentimos impotencia pensando que «debemos» soportar una situación y mientras todo esto sucede, nos olvidamos de respetarnos a nosotros mismos.
El aspecto más importante de la desvalorización, viene dado por nuestras propias creencias. En la mayoría de las ocasiones, nosostros mismos creamos una estructura que nos parece sólida, y al mismo tiempo la convertimos en rígida con la intención de que se sustente a lo largo de nuestra vida, sin darnos cuenta de que esa rigidez es la que nos lleva a enfermar.
La autodevaluación supone el rechazo a construirnos sobre nuevos valores, por lo que se hace imprescindible la comprensión de que son necesarias nuevas creencias que nos permitan funcionar de forma más flexible.
En función de la intensidad del conflcito de desvalorización, veremos afectados nuestros huesos (me desvalorizo en lo que soy), nuestros músculos (me desvalorizo en lo que hago), o bién, nuestros cartílagos, tendones o ligamentos.
Cuando hablamos del aparato locomotor siempre veremos la desvalorización desde el punto de vista de uno mismo.
En nuestro cuerpo tenemos doscientos seis huesos y a cada uno de ellos le corresponde una desvalorización específica determinada por un tipo de creencia. El conjunto de todos ellos forman mi estructura, sobre lo que mi vida se sustenta. El hueso no tiene terminaciones nerviosas por lo que el dolor viene determinado por las estructuras que lo envuelven, la intensidad del dolor está directamente relacionada con la intensidad del sufrimiento emocional.
La función del músculo es producir el movimiento, tiene una función pasiva e involuntatia por lo que se relaciona con una situación de desvalorización en la que tomo una actitud pasiva. Una contractura muscular indica que la persona quiere hacer un movimiento pero no se lo permite. Como en el caso de los huesos, en cada uno de los músculos veremos la desvalorización teniendo en cuenta la función específica del propio músculo.
Los cartílagos cubren la superficie del hueso en las articulaciones. Su función es la de amortiguar la presión de las superficies articulares y permitir el desplazamiento sin que haya fricción entre ellas. Aquí encontraremos la desvalorización en relación al gesto en sí, es decir el gesto que se hizo y no debía haber hecho o viceversa, detrás del gesto encontramos la intención con la que se hace.
Los tendones se insertan en el hueso, su función es dar fuerza al músculo para producir un movimiento. Está relacionado con algo que hacemos en el presente y vivimos con impotencia, no lo consigo en el presente pero me esfuerzo por lograrlo en el futuro.
El ligamento une un hueso con otro, facilita el movimiento natural. Una lesión en el ligamento expresa una desvalorización en algo relacionado con el futuro, vivencia de un temor con un movimiento que voy a realizar en el futuro.
Los conflictos relacionados con los huesos reflejan una desvalorización en la estructura en sí, con relación a nosotros mismos, a lo que somos, por eso los estos conflictos serán de mayor intensidad que los del resto de nuestro aparato locomotor.
Los conflcitos que afectan al músculo reflejan la desvalorización en relación al movimiento de la estructura, es decir, a lo que hago.
Generalmente partimos de una situación desencadenante, pero es importante destacar que la mayoria de las lesiones, corresponden a conflictos que suceden de forma reiterada en el tiempo y con la misma tonalidad. El conflicto se repite y se mantiene con el apoyo de nuestros pensamientos que conforman nuestras creencias y valores.
Cada zona del cuerpo tiene un significado específico, relacionado con su función real o simbólica. En proximos artículos ampliaré zonas concretas con el objetivo de ayudarte a comprender un poco más el lenguaje de nuestra biología, para que puedas integrar poco a poco «PARA QUE» me sucede esto o lo otro, que me está diciendo mi cuerpo.
A fin y al cabo, ya sabes que todas las emociones que se quedan bloqueadas las somatizan nuestros órganos, si prestamos un poco de atención al lenguaje de nuestro cuerpo podremos ir puliendo ese diamante en bruto que todos llevamos dentro.
Ya sabes que para cambiar una creencia, el primer paso es dudar de ella, ¿seguro que tengo que seguir haciendo esto?, ¿seguro que tengo que hacerlo así?. Después, estar abierto a nuevos aprendizajes, ¿qué pasaría si lo hiciera de otro modo?, al fin y al cabo ¿quién dice que tenga que ser así?. Más tarde pasar por un espacio de certeza que te permita estar seguro de que lo haces lo mejor que puedes y que de cualquier modo está bien, no tienes que demostrarle nada a nadie, eres tú el que mejor sabe lo que te hace sentir bien o mal, eres tú el hacedor de tu vida, y no olvides que has llegando aquí viviendo y pensando de un determinado modo, estos son tus resultados, así que te sugiero que si quieres obtener resultados diferentes empieces por hacer cosas diferentes.
Como siempre te digo, agradece a tu inconsciente la nueva información y todo el aprendizaje. Y si crees que este artículo puede ser de utilidad para otros no dudes en compartirlo, ellos te lo agradecerán y yo también.
Esther Campillo.
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