El arte de vivir

Me refiero al arte de vivir nuestras vidas, al fin y al cabo, vivir no es una ciencia, es un arte puro, cada uno de nosotros esculpimos como si de una valiosa escultura se tratara, la clase de persona que somos con nuestros valores.

Te voy a hablar de mi experiencia personal, de mi punto de vista en este momento de mi vida, que por supuesto, es muy diferente al que era hace unos años.

La nueva formación que he recibido ha sido el motor de mi cambio de paradigma. Creo que el conocimiento es el arma más potente que existe. Conocimiento que me ha permitido conectar con todo mi potencial. Ese potencial que estaba escondido en algún lugar de mi insconsciente y la toma de conciencia me ha permitido descubrirlo y traerlo a mi parte consciente.

La toma de conciencia del todo equivale a la toma de conciencia de uno mismo. Conocer el potencial del que disponemos cada uno de los seres humanos nos permite ser libres. Esta toma de conciencia me ha permitido reconocer que la felicidad no es algo externo a mí y eso me ayuda a vivir de un modo diferente.

Desde la Antigua Grecia hasta nuestros tiempos se ha estudiado el «arte de vivir», persiguiendo los seres humanos una «buena vida». Platón decía que la felicidad es la quietud del alma. Si adaptamos ese conocimiento a nuestros días, podemos decir que la felicidad radica en el descubrimiento personal. Ese descrubrimiento que nos permite ser mejores personas, que nos permite mejorar el mundo en el que vivimos. Tomar conciencia de que somos parte del todo y el todo forma parte de nosotros.

A lo largo de mi vida he buscado la felicidad proyectándola en cosas la mayor parte del tiempo, convirtiendo así mis metas, en el alcance de objetivos materiales, una casa, un coche, etc. Tambien ha cambiado mi escala de valores durante el transcurso de mi vida, igual que ocurre en la sociedad a lo largo de la historia de la humanidad.

He sido educada en el seno de una familia en la que se han respetado las ideas individuales de cada uno y eso me ha permitido desarrollarme en algunos aspectos de mi vida, pero esa educación también tenía un transfondo de desigualdad entre hombres y mujeres, delegando a la mujer el cuidado de la casa y de los hijos, y esa desigualdad que ahora se considera antivalor, a mi, y a muchas otras personas, nos ha servido para luchar por la igualdad y convertirla en un valor.

A pesar de que la escala de mis valores ha cambiando a lo largo de mi vida, realmente solo ha cambiado la jerarquía de los mismos, teniendo siempre como principal objetivo la calidad de vida para mí y para los míos. EL valor subjetivo de esa calidad de vida también ha cambiado. A los veinte años la calidad de vida se sostenía por el deseo de indepencia y libertad, a los treinta ya pensaba en formar un hogar y tener mi propia familia y así sucesivamente.

En este momento de mi vida la calidad de vida está en el SER, eso es lo que intento transmitir a mis hijos y a mi familia, y eso es lo que pretendo compartir contigo al escribir este artículo.

La educación de nuestros hijos nos permite aproximarnos a conductas más coherentes, ellos son nuestros maestros. Valores como libertad, solidaridad, justicia, cooperación y cualquier otro que se te ocurra nos permitirá respetar mediante el respeto por nosostros mismos.

Ya sabemos que nuestros hijos llevan el legado transgeneracional consigo, así que me parece un regalo maravilloso dotarlos de la certeza de que pueden soñar, imaginar como quieren que sea su vida, y saber que pueden conseguirlo. Que para ello tendrán que tomar una dirección determinada, pero por lo menos, sabiendo que la vida es algo maravilloso, que vale la pena vivirla porque todo es aprendizaje y retroalimentación y no con esfuerzo y sacrificio como nos enseñaron a nosotros.

Para que haya un cambio de conciencia en la humanidad, debemos empezar por nosotros mismos, adquirir una mente inocente que nos permita no juzgar, sino comprender que el mundo en el que vivimos es la expresión de nuestros pensamientos y que sólo podemos interferir si lo aceptamos como nuestro y dejamos de verlo como algo externo a nosotros.

Es importante prestar atención a que necesidades no están satisfechas en tu vida, de que emociones te han llevado a vivir en la prisión del miedo, la envidia, el desprecio, etc. Y que sepas que esa prisión la has creado tú con tus pensamientos, así que TÚ puedes cambiarla con un nuevo pensamiento y con una nueva emoción.

Al fin y al cabo, el cambio de paradigma tan sólo es una nueva forma de ver el mundo, de vivir las experiencias que te proporciona la vida. Así que te propongo que empieces a ser el más grande artista que seas capaz de imaginar, y empezar a esculpir, pintar, escribir tu vida. Hoy puede ser el principio del final, recuerda que hasta el camino más largo empezó por un paso.


Como siempre aprovecha este momento para darle las gracias a tu inconsciente por el aprendizaje y si crees que está información puede ser útil para otras personas no dudes en compartirla, ellos te lo agradecerán y yo también.

Esther Campillo.

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