El día que me volví loca...

Todavía recuerdo ese día, de hecho, hace no hace tanto tiempo que me he vuelto loca…, pero yo me siento más cuerda que nunca, ¿cómo puede ser?

                                               

Hasta ahora, muchas de las cosas que he hecho han estado basadas en lo que debo o tengo que hacer, en lo que toca, en lo que esperan de mí, en lo que yo creo que los demás esperan de mí, en lo que está bien, o lo que me han contado que está bien.

                                               

El bien y el mal, tal y como yo lo aprendí, ha sido medido por “el qué dirán”. Aquello que coincide con el rol social que me toca vivir está bien, el resto, está mal.

                                                               

Soy una mujer, en mi caso eso implica que soy madre, esposa, hija, hermana, amiga, etc., y por ello, muchas veces no me he cuestionado lo que toca, mi “piloto automático" se ha ocupado de mí y, en muchas ocasiones, mis acciones han ido más destinadas a “complacer” a los demás que, a mí misma, haciendo muchas veces, cosas que no me hacían feliz.

                                                 

Afortunadamente, todo eso ha cambiado. Para algunos sigo estando loca, pero para mí estoy muy cuerda. Intento dedicarme cada día unos instantes de calma y serenidad, escucho mi cuerpo y mis emociones, y nos las juzgo, simplemente observo qué me están diciendo, y me ocupo de cubrir mis necesidades la mayor parte del tiempo.

                                      

¿Eso quiere decir que ya no pienso en los demás?

                       

En absoluto, sólo que he aprendido a desconectar mi “automático” y ahora soy yo quien pilota mis acciones. He aprendido a comunicarme de forma asertiva, lo que me permite decir cómo me siento en determinadas ocasiones y proponer a mi entorno acciones diferentes, comprendiendo a los demás, y ellos a cambio, me comprenden a mí.

                                          

¿Sigo complaciendo? ¡Por supuesto! Y además me encanta, sólo que he dejado de hacerlo como única opción y ahora lo hago por amor.

                                 

Si te tomas unos instantes para reflexionar es muy posible que te des cuenta de “PARA QUÉ” haces lo que haces cuando en realidad no quieres hacerlo o prefieres hacer otra cosa. Una posible respuesta es que lo hagas para que los demás sean felices, sobre todo porque los quieres mucho ¿verdad? ¿Acaso crees que la felicidad de los demás depende de tí?

Si le das una vuelta más, quizás te des cuenta de que, en realidad, muchas veces hacemos muchas cosas para que nos quieran, para que nos den aprobación o reconocimiento, o incluso porque tenemos miedo de quedarnos solas o solos ….

¿Tiene sentido para ti?

                           

Si la respuesta es que sí, te informo de que ha llegado tu momento de pasar a la acción, de hacer cosas diferentes si quieres obtener resultados diferentes y de darte cuenta de que si quieres cambiar tu realidad y aumentar tu grado de bienestar tendrás que empezar por cambiar tus pensamientos.

                      

¿Lo dudas?

Hagamos un ejercicio:
  1. Céntrate en algo o alguien que te haga sentir emociones “negativas”
  2. ¿Qué piensas?
  3. Y cuándo piensas lo que estás pensando ¿cómo te sientes?
  4. Y cuando te sientes así ¿qué cosas haces o no haces?
  5. Y esos actos o no actos ¿qué consecuencias tienen en tí o en tu entorno?

                                                   

Acabas de construir una REALIDAD y date cuenta de que todo empieza en un pensamiento, así construimos una realidad tras otra y a eso le llamamos, “es lo que hay”, “es lo que me ha tocado vivir”, “tengo mala suerte”, etc.

                                             

¿Quieres hacer cambios en tu realidad?

Empecemos!!!!

 

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